Los niños de la Ponferradina y los del Covadonga se hacen amigos durante el Torneo de San Andrés para terminar abrazados y celebrando los goles de forma conjunta.
Remito el texto que una madre del Covadonga nos envía a la web:
Buenos días Gerardo!
Quería compartirte algo que sucedió en el torneo de ayer en San Andrés del Rabanedo en León. Quedamos quintos entre doce equipos, lo cual es positivo. Seguramente te harán llegar la crónica de los partidos. Sin embargo, eso quizás quedó en un segundo plano. La anécdota del día fue la siguiente:
En un momento del día, casi al comienzo del torneo, nuestros niños se encontraban sentados a la vera de la cancha (y por detrás de ellos todos los padres) mirando el partido que se jugaba en ese instante. Entonces se acercan los niños integrantes del club de fútbol La Ponferradina a charlar con nuestros hijos e incluso con nosotros. Amigables a decir basta, educados y cercanos. Terminaron mezclados con el Cova, tirados juntos en la hierba, riéndose, contándose sus andanzas futboleras de aquí y de allá. Hasta que tocó el turno de jugar a la Ponferradina. Entonces nuestros niños comenzaron a alentarlos, con cánticos, palmas y vítores ante cada buena jugada. En eso la Ponfe, marcó su gol y corrió todo el equipo a abrazar a los del Cova a modo de celebración y agradecimiento. A continuación, jugaba el Covadonga y la situación se invirtió. Los chicos de la Ponferradina se sentaron junto a la línea blanca del campo a animar con igual intensidad a los nuestros. Hasta que marcamos un gol… claro que sí! Todo el Cova incluido el banquillo, corrieron a abrazarse con los niños de la Ponfe. Hasta que por esas cosas del fútbol tuvimos que enfrentarnos a ellos. Nos ganaron, merecidamente, pero fue un cotejo cargado de juego limpio. De caer uno y acercarse el otro a preocuparse, pedirle disculpas y tenderle la mano para levantarlo del suelo. Al acabar el encuentro, se abrazaron uno a uno entre todos. Para retratar luego ese instante de amistad deportiva que emocionó a propios y ajenos.
