Mostramos la imagen de este fin de semana con un equipo de pre-benjamines del Cova posando para un montón de cámaras fotográficas. Recuerdo, cuando era niño, que los más privilegiados tenían una cámara con carrete 18 o 36 exposiciones que era un lujo; si además el carrete era en color el prestigio aumentaba. Luego había que acudir a la casa de revelado, donde de las 18 fotos, sólo un tercio merecían la pena, pero el revelado había que pagarlo integro; más tarde las buena pasaban a un álbum de fotos que guardábamos como un tesoro.
Ahora, con las digitales, tenemos cientos o miles de fotos que guardamos en un disco duro sin darles el valor que en realidad tienen y cuando después de un tiempo queremos buscar la imagen deseada, casi nunca sabemos donde encontrarla. Hemos mejorado con las cámaras, pero no cabe duda que el álbum de fotos que ojeamos cada varios años no tiene precio y eso lo hemos perdido.